21 de mayo de 2011

cuatro ideas sobre las industrias culturales



1.       La importancia del contenido

Las Industrias Culturales, como su nombre lo indica, son aquellas industrias dedicadas a la producción, distribución y circulación de la cultura. Esto significa, aquellos espacios, agentes, empresas privadas y colectivos, dedicados a áreas como el cine, la música, la televisión, la publicidad, la prensa, los videojuegos, la literatura, las artes plásticas, el teatro, etc. Algunos incorporan también dentro de las I.C. a espacios como la moda, la cocina y el deporte.

Se trata entonces de industrias cuyo eje central es el contenido, la idea, la creación que surge de un entorno cultural. A diferencia de por ejemplo, las industrias alimentarias, extractivas o la industria automotriz, las industrias culturales se fundamentan en una idea, en una producción simbólica, y no, como en aquellas, en un elemento material o tangible. Por supuesto, las fronteras no son distantes puesto que evidentemente tanto una obra de arte tanto como una manzana o un edificio son tangibles. Sin embargo, la importancia de dicha “tangibilidad” para el respectivo valor de dicho objeto así como para la economía que engloba esa industria, no es similar.

Para decirlo con un ejemplo. Si la economía agraria se basa en la tierra, la economía industrial en derivados procesados de la misma, la economía de la cultura se basa en, como hemos dicho; ideas, contenidos, creaciones simbólicas e incluso estados emocionales no fácilmente asibles.  Por ejemplo. Si cogemos una mesa de madera sencilla, cuyo costo sea alrededor de 30 dólares, veremos que las partes que componen la mesa son: cuatro patas de madera, una tabla de madera, unos 20 clavos, algo de plástico para reforzar los bordes y una capa de cera. Si desagregamos los valores de esas piezas, es probable que el excedente sea de 10 dólares, que forma parte de la mano de obra del carpintero.  Cojamos ahora un programa de Windows Office 2010, no comprado en Wilson sino en alguna tienda “oficial”. El costo del programa es de alrededor 80 dólares. Separemos, como en el caso de la madera, sus partes: una caja de plástico, un poco de tecnopor, un material de instrucciones y un disco. Estas son las partes que componen el objeto sobre el que hemos pagado 80 dólares. En este caso, si desagregamos el valor de las partes, (la caja, el tecnopor, el disco, el librito de instrucciones), estos no suman más de 4 dólares. ¿Dónde está el restante 95% del costo, es decir los 76 dólares? En el software, en la idea, en la creación del programador de Windows de hacernos mas fácil la vida para operar nuestro sistema.

Pueden así jugar con varios ejemplos: calculen el valor de una fábrica de zapatos y compárenlo con el costo de la misma fabrica y toda la maquinaria dentro de ella. Luego comparen esas cifras con el valor de una compañía como Google  y el costo de todo lo que esta dentro de sus oficinas. Como diría George Yúdice, o como creo recordar su chiste: el que se hizo millonario no fue el vendedor del proyector de películas, sino el vendedor de los derechos del guion de la película. Un último ejemplo para terminar de ilustrar la idea: ¿dónde está la materialidad de Facebook, la compañía de más crecimiento y valor en la economía contemporánea? La economía mundial contemporánea está enormemente impulsada por las industrias culturales o industrias del contenido.


2.       Las lógicas en tensión.
Las Industrias Culturales obedecen, en principio, a dos lógicas: la lógica de la exploración subjetiva y la lógica de la rentabilidad. Como hemos dicho en el punto 1, las I.C. incluyen canciones, imágenes, películas, novelas, etc. Entonces, se trata justamente de aquellos espacios que nos permiten -de modo privilegiado- explorar nuestras emociones, comprender las relaciones sociales, aproximarse a la belleza estética, profundizar en la condición humana: de alguna manera posibilitan trascender la vida terrenal. Sin embargo, vivimos en un modelo económico que se basa en la producción de rentas para subsistir y crecer. Cualquier tipo de industria, debe generar rentas para poder ser distribuida, circulada, producida y consumida. Ello produce un resultado curioso pues los espacios antes desvinculados de alguna manera de las reglas del mercado, deben ahora jugar en él.  

Para explicarnos nuevamente con un ejemplo: el compositor que compone una canción, el cineasta que produce una película, el escritor que escribe un libro, o el artista que crea una escultura; recoge para su creación artística su mundo personal, los conflictos de la sociedad en la que crece y su propia sensibilidad. Pero también –en algunos casos más que en otros- debe tener más de una reunión con el jefe de marketing y con la agencia de publicidad. Es decir, en las industrias dedicadas a la promoción  de la cultura, las reglas del mercado y sus operadores tienen una función central.

Pongamos otro ejemplo. Hace algunos años, en el programa TV ROCK de Cucho Peñaloza, en canal 7, el conductor invitó a un programador de una conocida radio capitalina. La entrevista tenía como música de fondo a Daniel F, uno de los compositores mas importantes del país y generalmente vinculado al circuito alternativo. El conductor preguntó al programador si conocía esa canción o si sabía de quién era. La respuesta fue negativa. Ante los abucheos del público, el conductor preguntó cuáles eran las condiciones para programar en la radio música peruana de muy buena calidad pero quizá con poca propaganda. El programador, de modo sincero, le dijo: “es muy sencillo, los auspiciadores solo auspician si se les promete pasar música de grupos comerciales y conocidos (las eternas “sexo” de prisioneros, “cuando pase el temblor” de soda stereo o alguna otra). Si no pasamos estas canciones, no auspician. Y si no auspician, no hay dinero para la radio.” En suma: las canciones que escuchamos en las radios que servirán de nuestro sound track vital no solo se forman por su transcendencia vital, por sus hallazgos en las emociones humanas, por su profundidad social. También porque son las que permiten que las empresas coloquen su publicidad.

Los actores de las I.C. juegan entonces en este dialogo con amabas lógicas. A veces, se puede tener como resultado una pieza comercial masiva y a la vez de importante profundidad artística. Otras veces, quizá las mas, no. Sea como fuere, estas son de algún modo las reglas del juego, lo que nos lleva a pensar si resultan necesarias o no políticas de discriminación positiva o de fomento a la industria nacional no necesariamente de alcance comercial masivo.


3.       Las Industrias Culturales en nuestra socialización

Las Industrias Culturales son el centro del proceso de socialización contemporáneo. Entendemos por socialización el proceso por el cual nos formamos como seres sociales “funcionales” a la sociedad en que vivimos, incorporando los valores, mandatos, lenguaje, creencias y normas vigentes en el tiempo-espacio en que crecemos. En ese proceso, central para lo que Durkheim denomina el “pegamento social” –lo que permite que coexistamos como colectivo- , las I.C. juegan hoy en día un rol fundamental.

Si décadas y siglos atrás la familia, el barrio o la comunidad y la escuela, eran los espacios y actores que a decir de Víctor Vich, estructuraban nuestra educación sentimental, hoy en día estos espacios y actores han sido desplazados por el cine, la televisión, la música y especialmente las nuevas tecnologías de la información y redes sociales como Facebook, Youtube, Wikipedia, Twitter, etc. Son estas tecnologías las que educan sentimentalmente hoy a las nuevas generaciones. Entiendo educación sentimental no solo la incorporación de emociones base sino la incorporación de

Esta idea es fundamental pues implica nuevos tipos de relaciones sociales, creación de diferentes comunidades y colectivos, producción de diferentes lenguajes, etc. En suma, nuevas formas de interpretar el mundo y vivir en él. Con ello, las exigencias a las generaciones que vienen son ciertamente radicalmente diferentes a la de nuestros padres y abuelos. Cuando mi sobrino tenia dos años, una de sus primeras palabras, junto con mama, papa, agua, fue “yutu”. (youtube, cuando quería ver dibujos animados).

Propongo un ejercicio para estar convencidos de la importancia de las Industrias culturales en nuestra socialización. Hagamos una agenda personal semanal y dividámosla por horas. Calculemos cuántas horas a la semana pasamos viendo televisión, escuchando música, viendo películas, jugando videojuegos o navegando en internet. En mi caso, calculo unas 25 horas a la semana. Ahora calculemos cuántas horas a la semana conversamos cara a cara con nuestra familia; o cuántas horas la pasamos en el barrio con los vecinos/as. En mi caso, y creo que en el de muchos de ustedes, las horas dedicadas a las Industrias Culturales ocupan bastante más tiempo de mi agenda semanal que las dedicadas a los espacios y actores de socialización “tradicionales”. En una encuesta del IOP en noviembre de 2009 sobre consumo cultural en Lima, el 41% de los encuestados manifestaron ver películas en dvd al menos una vez a la semana, cifra bastante mas frecuente a cualquier otra actividad recreacional.

Las Industrias Culturales son los espacios y actores que los científicos sociales tenemos que investigar para comprender la sociedad en que vivimos y la formación de los seres sociales del siglo XXI. Ello no significa que la familia, el barrio o la escuela no tengan ya mayor relevancia, nada más lejos de la realidad. Lo que digo es que estos espacios no son mas el centro de la formación social de buena parte del mundo; estos han sido desplazados y sobre todo reinterpretados por las Industrias Culturales.

4.       La producción de la realidad



No hay comentarios:

Publicar un comentario